Al abrazarla, sintió un calor inmenso, una ternura insoportable y esa sensación que no supo nombrar le abarcó desde el pie hasta el último de sus cabellos.
Cuando se fue, lo tenía todo, menos lo que en verdad necesitaba. Al regresar, tampoco nadie la echó en falta.
Pero volvió al lugar que estuvo desde siempre vacío, yermo, falto de toda luz.
Y con ella volvió la esperanza.